Artifex vitae, artifex sui
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, 
 porque nunca me diste ni esperanza fallida, 
 ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; 
porque veo al final de mi rudo camino 
 que yo fui el arquitecto de mi propio destino; 
que si extraje la miel o la hiel de las cosas, 
 fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: 
 cuando planté rosales, coseché siempre rosas. 
...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: 
 ¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno! 
Hallé sin duda largas noches de mis penas; 
 mas no me prometiste tú sólo noches buenas; 
 y en cambio tuve algunas santamente serenas... 
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. 
 ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
Amado Nervo. Marzo 20 de 1915.