El intento constante por alcanzar el equilibrio, a veces agota demasiado.
No es solo el diario vivir, es todo lo que conlleva la búsqueda. El plan puede ser bueno, pero generalmente la aplicación es donde está el fallo. No importa que tanto planees, siempre hay miles de cosas que pueden salir mal. Sucesos que no se tomaron en cuenta y mil detalles que pueden pasar inadvertidos. Es imposible tomar en cuenta todas las variables que implica el tratar de estar bien.
A lo que quiero llegar es que estoy exhausto. Y lo peor es que sé que este cansancio es provocado en gran medida por mi. Porque no puedo dejar pasar las cosas? No lo sé. Tal vez algo durante mi crecimiento se estancó y no he podido superarlo. Tal vez no aparento ser lo que en realidad soy.
Intento constantemente dar lo mejor de mi. Tal vez sea ese el problema. No logro disfrutar situaciones que en cualquier persona pudieran ser memorables. No cabe duda, estoy de un humor que ni yo mismo me aguanto.
Me pregunto cuánta podrá ser mi propia resistencia. Cuánto tiempo podré seguir adelante sin explotar. Sin que llegue un momento en que me quiera liberar de todos mis demonios y salir, dejar mi espíritu a flote y por un momento, hacer lo que yo quiera sin pensar en los miles de desastres que provocarán mis actos. No lo sé. Pero todo parece indicar que estoy muy cerca de mi punto de ruptura. Y que como una cuerda vieja que no soporta más el peso, me romperé y dejaré caer mi carga. Probablemente no le pasará nada. Llegará al suelo y quedará ahí. Y después de un tiempo encontrarán la manera de levantarla de nuevo, y todo seguirá. Pero a mí no. Las cuerdas rotas no sirven. Se dejan a un lado y después de un tiempo, se pudren, y más adelante, con suerte, alguien las echa a la basura.